Trufas de Earl Grey


250g. de chocolate amargo

1 taza de infusión de Earl Grey

2 yemas de huevo

50g. de mantequilla

zumo de 1/2 naranja

100g. de azúcar glas

1 Bate las yemas y la mantequilla. Agrega el azúcar.



2 Vierte sobre la mezcla el zumo de la naranja y el chocolate derretido a baño maría.
3 Mezclar bien y dejar en reposo sobre una charola engrasada.
4 Corta en porciones haz pequeñas bolitas y espolvorea con cacao y chocolate rallado.

La tradición dice que el té Earl Grey fue introducido en occidente por Charles Grey, primer ministro británico, al que una amigo suyo, chino mandarín, le proporciono esta receta, el té mas popular hoy en Inglaterra.

Desde la India "Chutney de mango"


(20 porciones)
1 kilo de mango semi-maduro
1 onza de jengibre fresco rallado
4 onzas de vinagre blanco
2 tazas de azucar morena
8 clavos de olor
1 raja de canela partida en 4 trozos de 2 centimetros
1 cucharada de sal
4 duraznos sin piel partidos en trozos pequeños
4 cucharadas de semillas de cilantro molidas
1/2 taza de jugo de limon
Jalapeños molidos al gusto( opcional si se le quiere dar un toque picoso)
1 taza de agua
1 taza de pulpa de mango

Procedimento

Rallar los mangos y retirar el hueso , mezclar con los demas ingredientes exepto el agua y la pulpa de mango; dejar reposar una hora a temperatura ambiente.

Verter en una sarte gruesa, tapar y cocinar con el agua a fuego bajo-medio hasta que la mixtura quede tierna (45 min). Remover ocasionalmente.

Añadir la pulpa de mango y cocinar durante 5 minutos más, dejar enfriar y reposar en le refrigerador toda la noche. acompañe con cualquier tipo de pan o bisquets.

Mouse de Jamaica

Un rico postre para este tiempo de calorcito...mmh

(4 porciones)
Ingredientes

1 1/2 tazas de agua
1 taza de azucar
1 taza de flor de jamaica
2 tazas de crema batida
1 sobre de grenetina hidratada y disuelta a baño maria

Preparación
30 min. aproximandamente

Hervir agua, azúcar y jamaica, hasta caramelizar.
Mezclar en frío el caramelo de jamaica con crema y grenetina.
Colocar en moldes y refrigerar.
Decorar con flores de jamaica.

Origen del té en China


El término español "té" se deriva del dialecto chino amoy, en el que se pronuncia "tai". Surgió de los primeros contactos entre comerciantes holandeses y chinos del puerto de Amoy, en la provincia de Fujian.
Según la leyenda china, fue el emperador y erudito Shen Nung quien descubrió las propiedades beneficiosas del té. Una de sus sabias normas había sido la disposición de que, durante su reinado, toda el agua destinada para el consumo humano fuera previamente hervida.

Cuentan que un día, cuando Shen Nung estaba descansando junto a un árbol de té silvestre, una ligera brisa agitó las ramas, con tan buena fortuna, que algunas hojas fueron a caer en el agua que estaba hirviendo. La infusión resultante le pareció deliciosamente refrescante y reconstituyente y así fue como descubrió el té.

En ese entonces, la infusión se preparaba como medicina o tónico, con hojas tiernas de árboles silvestres. Para ajustar la oferta a una demanda creciente y garantizar una cosecha regular, los granjeros empezaron a
cultivar arbustos de té en sus pequeñas propiedades y se fue desarrollando un sistema de desecación y fabricación.

La popularidad del té creció rápidamente en China. Se entregaba como presente a los emperadores y empezó a encontrarse en tabernas, tiendas de vino y posadas. Incluso se usaban pastillas prensadas, como trueque en las relaciones comerciales con los turcos.

Los comerciantes de té se enriquecieron y los alfareros, plateros y herreros empezaron a fabricar elegantes artículos para tomarlo, que constituían un indicador de la riqueza y del nivel social de los propietarios.

La "edad de oro" del té corresponde a la época de la dinastía Tang. El té ya no era sólo un tónico medicinal, sino que se bebía tanto por sus propiedades reconstituyentes, como por placer.

Durante este periodo el té adquirió tal importancia, que un grupo de comerciantes encargaron al escritor Lu Yu que compilara el primer libro sobre el té, "Su Cha Ching", conocido como el "Libro Sagrado del Té", que
muestra claras influencias de la filosofía Zen y del Taoísmo. La forma de preparar el té, tan poética y bellamente expuesta por Lu Yu, quien veía en ella un modelo de orden y de la armonía que reina en todas las cosas, fue la que posteriormente sería introducida en Japón, precisamente por monjes practicantes del budismo Zen.

En la época de la dinastía Tang, las hojas tiernas recolectadas se hervían al vapor, se machacaban y se mezclaban con jugo de ciruela, hasta obtener una pasta compacta que se introducía en moldes, donde se prensaba para formar una especie de pastillas que se horneaban hasta quedar secas. Para preparar una infusión, se tostaba la pastilla hasta ablandarla para poder triturarla y se hervía el polvo resultante. Los sabores más habituales se obtenían añadiendo al agua cebollas dulces, jengibre, piel de naranja,
clavos o menta.

Más tarde, durante la dinastía Song, se preferían los aromas sutiles de los aceites esenciales de jazmín, de loto y de crisantemo.

El impacto que el té ha tenido en la historia y la cultura del pueblo chino es enorme. Entre las facetas más notables está su influencia en el desarrollo de una de las más importantes industrias tradicionales chinas: la porcelana. Aunque el arte de la porcelana había sido inventado en tiempos de la dinastía Tang, fue durante la dinastía Song cuando alcanzó el refinamiento que lo caracterizaría ya para siempre.

El té llegó a convertirse en un vehículo para la espiritualidad y la trascendencia. Sin embargo, su esplendor acabó drásticamente cuando en 1279, bajo el mando de Gengis Kahn, las hordas mongoles conquistaron Pekín y más tarde lograron apoderarse de todo el país.

Los invasores se interesaron poco por la cultura y las costumbres locales. La elite gobernante fue ajena a las sutilezas y refinamientos del té y éste pasó a ser un alimento más. Los mongoles lo tomaban con crema, acompañado de arroz o frutos secos. De hecho, cuando Marco Polo llegó a China, ni siquiera lo introdujeron al antaño imprescindible ritual del té. En sus escritos describe los esplendores de las ciudades chinas, pero no hay ninguna referencia al té.

A la muerte de Kublai Khan, sobrino de Gengis, comenzó a gobernar en China la dinastía Ming, que trató de revivir los antiguos esplendores. S volvió a practicar la ceremonia del té, al tiempo que la fabricación de la porcelana conocía un nuevo auge. Fue precisamente en esta época cuando se inventó el proceso de fabricación del té verde, tal como se sigue utilizando en la actualidad.

En 1644, China fue de nuevo conquistada, esta vez por los manchúes, quienes establecieron la dinastía Quing, que permanecería en el poder hasta el año 1912. Durante la dominación Quing, se inventaron los diferentes métodos para controlar la fermentación del té, lo cual dio como resultado las variedades oolong y negro. Desde entonces, las variedades del té se multiplicaron de un modo incesante.

Pero el hecho irreversible es que, al menos en China, el té nunca volvió ya a ser considerado como un refinado elíxir, capaz de estimular la poesía y la espiritualidad más sutil. Pasó a convertirse en la bebida popular por excelencia, como todavía lo sigue siendo en nuestros días.